Olivicultura de Precisión y Enfermedades del olivo
Olivicultura de Precisión para la gestión eficaz de e
Al finalizar la campaña de riego es habitual que agricultores y técnicos de comunidades de regantes tengan que solventar problemas en las instalaciones de riego, más concretamente problemas de obturación de los goteros. El origen de estas obstrucciones puede ser múltiple desde la oclusión por algas, pulgas de agua y arena hasta las derivadas por precipitados de carbonatos cálcicos. Estas últimas son recurrentes en la mayoría de las zonas olivareras y son las que trataremos en este artículo.
Las obstrucciones derivadas por precipitados de carbonatos cálcicos son las más habituales en las zonas olivareras.
La formación de las precipitaciones de carbonato cálcico se debe a la presencia de elevadas cantidades de bicarbonatos y carbonatos en el agua de riego. Una vez se corta el riego y el agua del sistema se evapora, el bicarbonato se va precipitando en forma de carbonato, característica película de color blanco sobre goteros y mangueras provocando su sellado y posterior oclusión.
La probabilidad e intensidad de las obturaciones por precipitaciones de carbonato depende de 3 factores:
1. La cantidad o concentración de bicarbonatos en el agua de riego
Cuanto mayor sea la concentración, mayor será la posibilidad de la obturación.
2. La cantidad de agua que circule por la instalación
Cuantas más horas de riego, mayor es la probabilidad de oclusión.
3. El caudal de descarga de los goteros
Cuanto mayor sea el caudal de descarga, menor será la intensidad de la obturación. Así por ejemplo la probabilidad de oclusión de un gotero con un caudal de descarga de 24 lt/h. es mucho menor que otro de 2,2 lt/h.
En la actualidad tanto en las nuevas infraestructuras de riego como en las reformadas se están instalando goteros de bajo caudal (1,5-2,5 lt./h.), normalmente enterrados a más de 30 cm, sin que los propietarios, gestores de fincas o técnicos de comunidades de regantes dispongan de los medios técnicos ni de los protocolos de trabajo que eviten las comentadas obturaciones. Situación que está generando y generará en el futuro elevadas pérdidas de producción al someter a los olivos a fuerte estrés hídrico a causa del alto índice de obstrucción en el interior de las instalaciones, aunque exista una buena planificación y ejecución del riego.
El fuerte estrés hídrico que sufren los olivos a causa de la obstrucción de las instalaciones está generando y generará elevadas pérdidas de producción.
Además de las deficiencias en el crecimiento y en la producción, cuando existen obstrucciones suelen producirse sobrepresiones en el sistema de riego provocando importantes roturas y averías en los equipos de bombeo que incrementa de forma considerable los costes asociados al riego y su mantenimiento.
La única forma de evitar y solventar estos inconvenientes es disolver los depósitos de carbonato cálcico. Y para ello se hace necesario el uso de ácidos del tipo nítrico, fosfórico, sulfúrico o soluciones fertilizantes ácidas y, obviamente, disponer de un sistema de fertirriego o una instalación paralela que permita inyectar el ácido dentro del sistema de riego.
Una vez seleccionado el tipo de ácido, solo faltaría determinar la dosis y la frecuencia. En cuanto a las dosis, existen 3 formas de calcularlas. Una opción es valorar la concentración de bicarbonato en agua mediante su análisis previo y en base a los resultados decidir la cantidad de ácido necesario para neutralizar a los bicarbonatos. Otra opción es realizar una curva de neutralización con el agua de riego y el ácido que se vaya a usar mediante el pH-metro en el laboratorio.
Y en ambos casos cuando se aplican las dosis, teóricamente calculadas en laboratorio, no se suelen obtener los resultados esperados por varios motivos. En primer lugar porque las bombas de dosificación no inyectan el caudal esperado, en segundo lugar el ácido a emplear tiene diferente riqueza al previsto y por último, el volumen de agua con el que se riega es muy diferente al que se estima en laboratorio por lo que las instalaciones se siguen obstruyendo.
Por nuestra experiencia en gestión del riego y fertirriego del olivar, y como tercera opción, recomendamos calcular las dosis mediante el calibrado del pH del agua de riego en la propia finca, que normalmente oscila entre 7 y 8,5 (según el tipo de agua) midiendo directamente el agua saliente del gotero antes de aplicar cualquier ácido.
Por lo general cuanto mayor es el pH mayor suele ser la concentración de bicarbonatos que luego precipitarán en forma de carbonatos obturando los goteros y por tanto, mayor será la dosis de ácido que se ha de aplicar.
La frecuencia del suministro es fundamental para lograr mayor efectividad y garantizar la homogeneidad del riego, por ello recomendamos que la aplicación sea semanal y en el peor de los casos quincenal.
Una vez que se conoce el pH del agua, el tipo y la concentración de ácido y la frecuencia, se vierte una determinada cantidad en el tanque de fertirriego, con las medidas de seguridad y los equipos de protección adecuados para el manejo de estas sustancias.
A continuación se inyecta desde el tanque de fertirriego a la instalación de riego mediante bombas de inyección, venturi…, al cabo de unos minutos de iniciar el riego, aconsejamos medir el pH del agua a la salida de un gotero o de un terminal lo más alejado posible de la caseta de fertirriego. Progresivamente se irá aumentando la dosis, en el tanque de fertirriego y/o el caudal de inyección desde el depósito de fertirriego, hasta bajar el pH del agua entre 6 y 7. De este modo la mayoría de los bicarbonatos se habrán disuelto garantizando la limpieza de las instalaciones y la fluidez del riego.
El tipo de ácido, la dosis, la frecuencia y su administración coordinada son los tres aspectos esenciales para el mantenimiento de las instalaciones de riego.
En este caso, el pH-metro de la imagen derecha, mediante la aplicación de ácido nítrico logramos disminuir el pHde 8,52 a 6,56 evitando la obstrucción de los goteros.
Obsérvese la gran cantidad de hojas alrededor del pH-metro, una fuerte defoliación del olivo síntoma del intenso estrés hídrico durante el verano por falta de riego a consecuencia de la oclusión de los goteros. Este olivo no sólo ha perdido buena parte de su masa foliar sino también la totalidad de la cosecha.
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