Cuando se estudia la fertilidad del suelo del olivar habitualmente se hace desde el punto de vista químico. Sin embargo, muy poco se habla de su Fertilidad Física que, de manera decisiva, influye en la aireación, la capacidad de desarrollo de las raíces, la recarga de agua y el encharcamiento radicular. Por ello es fundamental conocer los principales conceptos de la fertilidad de suelo a nivel físico, sus consecuencias y algunas medidas correctores para fomentar buenas prácticas que favorezcan un Suelo Fértil y Sano. 


Principales conceptos cuando hablamos de Fertilidad Física del suelo del olivar: 

ESTRUCTURA 

La estructura del suelo se define como la forma en la que los agregados del suelo se agrupan determinando una gran cantidad de propiedades físicas que influyen sobre aspectos tan importantes como crecimiento del olivo, la aireación, la infiltración, el movimiento del agua dentro del suelo, el enraizamiento y el desarrollo microrganismos propios del suelo… entre otras funciones. La estructura es tan importante para el desarrollo de las plantas que suelos con la misma textura pueden presentar propiedades físicas muy distintas entre ellas en función de la estructura que conforme sus agregados.

Esta tabla resume en qué afecta la estructura a la fertilidad física de suelo:

En la mayoría de los suelos de olivar podemos encontrar distintos tipos estructuras:

Prismática: son típicas de suelos enriquecidos con arcillas y se forman por la fuerza expansiva de este tipo de partículas. Originan suelos pobres puesto que al secarse presentan una elevada densidad aparente disminuyendo el tamaño del poro. El poro pequeño limita la infiltración de agua, desde la superficie al interior, y disminuye considerablemente la conductividad hidráulica en el interior del bulbo húmedo lo que perjudica la aireación. Además, las raíces del olivo ven impedida la penetración de estos agregados. Desde el punto de vista físico este tipo de estructuras aportan baja fertilidad.

Columnar: este tipo de estructura tiene forma y propiedades semejantes a la prismática. Sus agregados solo se diferencian en que en la parte superior tiene formas redondeadas. La columnar es una estructura de fertilidad baja propia de suelos sodificados.

Laminar: los agregados se caracterizan por su disposición horizontal, unos sobre otros, y paralelamente entre si formando láminas. Presentan una alta densidad aparente por lo que no dan lugar a suelos porosos limitando la infiltración, el movimiento de agua y aire en su interior. Son suelos físicamente pobres al limitar la penetración vertical de las raíces, el agua y el aire.

Sin estructura: es la estructura más habitual en la mayoría de los olivares y se caracteriza por qué no se aprecia ninguna estructura clara debido a que las partículas del suelo no forman agregados definidos. También se puede considerar como estructura masiva. Presenta una fertilidad física baja

Estructura en bloques -angulares o subangulares-: abundan en zonas semiáridas y áridas con suelos pobres en materia orgánica. La densidad aparente es menor; por lo tanto, la aireación, la infiltración y el movimiento de agua y aire en su interior es mayor que en los suelos prismáticos, columnares y laminares. En cuanto a su fertilidad física se pueden catalogar como media.

Granulares la estructura más favorable para el desarrollo de las raíces, la infiltración del agua y movimiento interior del agua y el aire, puesto que los agregados forman esferas imperfectas que favorecen tanto la macro como la microporosidad. Su densidad aparente es más baja que las anteriores. Son suelos muy ricos en materia orgánica y se puede catalogar como estructura de fertilidad alta.

Teniendo en cuenta que los cambios en las propiedades químicas y, especialmente, físicas del suelo se producen a muy largo plazo, proponemos medidas culturales para mejorar su estructura:

  1. Incorporar importantes cantidades de materia orgánica, restos de cubierta o poda que mejoren, a medio y largo plazo, la estructura laminar o prismática para lograr una estructura en bloque o granular.
  2. Laboreo: es la forma más práctica e inmediata para pasar de una estructura laminar o prismática a otra más parecida a la granular. Labrar la tierra, con discos o cultivador, aumenta la infiltración, el movimiento del agua y aire en las primeras capas del suelo y favorece la expansión del sistema radicular del olivo. Cuando se laborea hay que tener en cuenta que el suelo puede sufrir un proceso de encostramiento tras las primeras lluvias, por lo tanto, es recomendable volver a labrar con el objetivo de romper las nuevas costras formadas. Hay que recordar que el laboreo no es una medida definitiva ni permanente ya que los suelos, aun siendo arados, tienden a su estructura previa.
COMPACTACIÓN

La compactación suele ocurrir como consecuencia del paso de maquinaria pesada, especialmente si el suelo está húmedo, produciéndose una compresión del suelo. Si la intensidad de esta compactación es elevada y continua en el tiempo, puede dar lugar a la denominada Suela de labor, en los primeros 50-80cm, que prácticamente impide el paso del aire y agua a las raíces a perfiles inferiores del bulbo húmedo.

La intensidad de la compactación depende de:

  • Tipo de maquinaria, su peso y el número de pasadas por la misma zona.
  • Según el porcentaje y tipo de arcillas que tenga el suelo. Cuanto mayor sea el porcentaje de arcilla más sensible será a la compactación.
  • El estado hídrico del suelo. En términos generales, cuando el suelo está muy húmedo (en capacidad de campo o próximo a la capacidad de campo) el paso de maquinaria pesada produce mayor compactación que cuando el suelo está seco.

Consecuencias de la compactación:

  • Incremento de la densidad aparente del suelo: reduce la cantidad y el tamaño de los poros, afectando especialmente a los poros de mayor tamaño. Y, en consecuencia, se reduce la infiltración del agua y la conductividad hidráulica del perfil del suelo impidiendo el crecimiento radicular y el desarrollo vegetativo general del olivo.
  • Merma el intercambio gaseoso entre el suelo y la atmósfera y disminuye la disponibilidad del oxígeno, condicionando el desarrollo de raíces y microorganismos del suelo.
  • Al disminuir la velocidad de infiltración, principalmente en llanuras, se potencia la probabilidad de encharcamiento e hipoxia y, en las situaciones más graves, asfixia radicular.
  • La compactación afecta de forma directa a la estructura del suelo. Al incrementar la densidad aparente la estructura evoluciona de una granular a otra de mayor tamaño de agregados tipo prismática o laminar.

Algunas medidas para evitar la compactación:

  • Evitar la utilización en la maquinaria sobredimensionada, en cuanto al peso, para la realización de trabajos en el campo.
  • Reducir, en la medida de lo posible, el tráfico de maquinaria pesada de forma reiterativa; con especial cuidado en zonas vulnerables como las áreas muy arcillosas.
  • Evitar realizar labores cuando el suelo está en capacidad de campo o muy húmedo especialmente si se trata de suelos arcillosos.
  • Romper la “suela de labor”, si la hubiera, mediante la técnica de laboreo adecuada.
ENCOSTRAMIENTO O SELLADO DEL SUELO

Aunque a nivel técnico hay ciertas diferencias entre ambos conceptos, a nivel práctico y agronómico podemos considerarlos como sinónimos. El encostramiento o sellado del suelo tienen su origen en la fuerza dispersiva del agua de lluvia o del sistema de riego sobre la superficie de un suelo desnudo (sin laboreo o laboreado), desintegrando los agregados de suelo poco estables.

Al desmoronarse un agregado, por el efecto de las salpicaduras, se produce una liberación de partículas finas que rellenan los poros de la superficie del suelo dando lugar a un sello superficial o proceso de sellado que al secarse puede dar lugar a la formación de una costra superficial o encostramiento. Si las costras están compuestas por arcillas expandibles, al secarse se retraen y fracturan volviéndose prácticamente impermeable al agua y el aire. Por tanto, el sellado del suelo está relacionado con la humedad del suelo y el encostramiento con fenómenos de secado de este.

Uno de los principales problemas del sellado es que impide el crecimiento de cubiertas vegetales espontáneas. 

 

Estas costras se caracterizan por su reducido tamaño y presentan una densidad aparente mucho mayor que la del suelo adyacente, lo que indica que cuenta con menos poros y de menor tamaño. Este proceso se traduce en una disminución considerable de la aireación e infiltración del agua (hasta 3 veces menor que en un mismo suelo sin encostramiento). Al reducir la velocidad de infiltración del suelo, aumenta la escorrentía y con ello la erosión. Si se trata de zonas llanas esta falta de infiltración se traduce en encharcamiento.

Consecuencias de la infertilidad del suelo por el sellado y encostramiento:

  • La infiltración del agua disminuye y, en consecuencia, la capacidad del suelo de almacenar agua es menor. Este proceso genera estrés hídrico prematuro que condiciona el desarrollo vegetativo y productivo del cultivo. Situación que se agrava especialmente durante los años de sequía.
  • El encostramiento reduce el intercambio gaseoso entre la atmósfera y el suelo hasta el punto de provocar situaciones de hipoxia (asfixia momentánea) por la mala aireación del bulbo húmedo, alterando el crecimiento y la actividad tanto de las raíces como de los microorganismos que actúan en suelo.
  • Aumento indirecto de la erosión, pérdida de las capas más fértiles del suelo y de la fertilidad química general. Por tanto, la producción potencial de la finca merma considerablemente.

Algunas medidas correctoras para evitar el sellado del suelo:

  • Aplicar o favorecer el aumento de materia orgánica para que los agregados sean más resistentes a la acción dispersante de las gotas de lluvia. Medidas como la siega mecánica o los restos de poda aumentan la materia orgánica en el suelo lo que contribuirán a la formación de agregados más estables.
  • Las hierbas impiden o limitan el encostramiento del suelo. La mejor medida es instalar cubiertas vegetales generalizadas en toda la finca a excepción del ruedo. Posteriormente sobre esta cubierta podemos realizar una siega química, física o realizar un laboreo para incorporarla al suelo.
  • Aplicar un laboreo superficial para romper la costra. Hay que tener en cuenta que, si un suelo tiende a sellarse tras una precipitación, aun habiendo realizado cualquier tipo de laborero, el suelo volverá a sellarse en la próxima lluvia.
EROSIÓN

En la actualidad es el principal problema que tiene el olivar. Este proceso se acentuó en los años 80 con la expansión de la práctica cultural del “No Cultivo” y la incorporación masiva de maquinaria pesada para las tareas agrícolas. El concepto del “No cultivo” se entendió como dejar de realizar cualquier tipo de laboreo en general y, en particular, para controlar las malas hierbas sustituyéndolo por el uso excesivo de herbicidas de post y preemergencia, eliminando las cubiertas vivas o inertes. Los suelos desnudos, sin materia orgánica, se vieron afectados por procesos de Sellado o Encostramiento lo que disminuyó considerablemente su infiltración generando fuertes escorrentías que desembocaron en una enorme erosión del olivar. Paralelamente, el uso generalizado de maquinaria pesada originó, principalmente en suelos arcillosos o franco-arcillosos, la compactación y la formación de Suela de labor que al igual que el encostramiento generó otros efectos como la disminución de la tasa de infiltración de agua de lluvia y, en consecuencia, procesos de erosión.

La erosión es el principal problema que tiene el olivar en la actualidad. Los procesos de erosión son muy evidentes en la mayor parte de las zonas olivareras. 

 

De manera general, la erosión en los olivares provoca tres efectos evidentes:

  • Formación de cárcavas: hoyos o zanjas que acaban derivando en grandes cárcavas o barrancos de varios metros de ancho y alto y con una longitud de hasta varios kilómetros en los casos más graves. Las cárcavas imposibilitan uso de cualquier maquinaria, la pérdida de un porcentaje de olivos y de gran cantidad de suelo que hace inestable la zona.

  • Formación de surcos o chorreras: erosiones que no tienen la envergadura de las anteriores pero que sí limitan buena parte de las actividades agrícolas.

  • Infertilidad del suelo: nos referimos a la pérdida de la capa más superficial que además coincide con la más fértil. Así, en suelos muy degradados, dicha capa desaparece y solo queda material inerte, caliza, yesos, material sin meteorizar… o directamente piedra madre. Desde el punto de vista físico, en lo que queda de suelo es prácticamente imposible que se desarrolle el sistema radicular del olivo limitando su crecimiento vegetativo. Y no solo eso, sino que además este tipo de suelo se puede considerar como sustrato inerte carente de materia orgánica sin capacidad de retención de los nutrientes (Capacidad de Intercambio Catiónico) donde la actividad de los microorganismos es prácticamente nula y la proliferación de una cubierta vegetal homogénea y continua es improbable. En definitiva, un suelo erosionado ni siquiera puede ser denominado como suelo pobre, sino como un suelo o sustrato inerte, que por definición es infértil.

Un suelo erosionado ni siquiera puede ser denominado como suelo pobre, sino como un suelo o sustrato inerte, que por definición es infértil.

 

En el siguiente artículo hablaremos de un tema poco tratado en olivar, la Relación entre la «Fertilidad del Suelo y el Agua de Riego» su impacto en la evolución fisicoquímica del bulbo húmedo, su degradación, contaminación y pérdida de fertilidad y cómo condiciona la productividad del olivar a medio y largo plazo.

 


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ENLACES DE INTERÉS:

Fuentes
  • CARLOS CADAHIA LOPEZ “Fertirrigación: cultivos hortícolas, frutales y ornamentales”. Mundiprensa. Madrid (España). 2005
  • CARLOS CADAHIA LOPEZ “La savia como índice de fertilización”. Mundiprensa. Madrid (España). 2008
  • BARRANCO, R. FERNÁNDEZ-ESCOBAR, L. RALLO “El cultivo del olivo” Mundiprensa. Madrid (España). 2008
  • J. LUCENA, S. RUANO, P. GARCÍA-SERRANO, I. GINÉS E I. MARISCAL-SANCHO “Normas para el diagnóstico del análisis foliar del olivo, partiendo de la base de datos de Fertiberia” Madrid (España). 2002
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  • GUITIÁN, T. CARBALLAS FERNÁNDEZ, Técnicas de Análisis de Suelos”. Editorial Pico Sacro. Santiago de Compostela (España). 1976
  • JUÁREZ SANZ, A. SÁNCHEZ SÁNCHEZ, J. DOLORES JORDÁ GUIJARRO y JUAN J. SÁNCHEZ ANDREU. “Diagnóstico del Potencial Nutritivo del Suelo”. Universidad de Alicante. Alicante (España). 2004
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  • PORTA, M. LÓPEZ-ACEBEDO y C. ROQUERO. “Edafología para la agricultura y el medio ambiente”. Mundiprensa. Madrid (España). 1999
  • FERNANDO PIZARRO “Drenaje agrícola y recuperación de suelos salinos. Agrícola Española. Madrid (España). 1985
  • Mª LUISA MARÍN GARCÍA. “Análisis químicos de suelos y aguas. Transparencias y problemas”. Universidad politécnica de Valencia. Valencia (España). 2003
  • ANTONIO CASAS CASTRO y ELENA CASAS BARBA. “Análisis de suelo-agua-planta. Y su aplicación en la nutrición de cultivos hortícolas en las zona peninsular”. Instituto caja rural de Almería. Almería (España). 1999
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