Tras la cosecha el olivo queda agotado nutricionalmente y vulnerable a diferentes patógenos. Para contrarrestar este desgaste y protegerlo de enfermedades deben realizarse tratamientos específicos que garanticen su buen estado sanitario y nutricional y aseguren la productividad de la próxima campaña.
La nutrición y la salud del olivo son los factores más castigados postcosecha. Aspectos como la carga del árbol, el estrés hídrico, las temperaturas, las características del suelo, el estado nutricional y sanitario precampaña, o aspectos como el sistema y tipo de cultivo o el nivel de mecanización… influyen de manera decisiva en el desequilibrio nutricional y favorecen el desarrollo y expansión de enfermedades.
NUTRICIÓN
A nivel nutricional, el potasio es un nutriente crítico en la recuperación del olivo debido a su alto consumo durante la formación del fruto y la lipogénesis. Atendiendo a su ciclo, pasada la campaña en los meses de enero y febrero, los niveles de potasio en hoja aumentan considerablemente hasta el cuajado del fruto a partir de entonces comienza a disminuir, descenso que durará hasta la recogida de la aceituna y será más acusado cuanto mayor sea la cosecha. Pero además del potasio, debemos tener en cuenta otros macronutrientes como el fósforo y el nitrógeno y determinados micronutrientes esenciales si queremos restituir el equilibrio nutricional del olivo y asegurar la próxima cosecha, tanto en cantidad como en calidad del fruto.
Para conocer las necesidades nutricionales recomendamos realizar análisis foliares postcosecha, su finalidad es identificar los nutrientes sobre los que actuar y realizar tratamientos de fertilización óptimos y efectivos. Con los resultados obtenidos además de estimar la intensidad del desgaste valorando el nivel de potasio, es posible determinar el grado de estrés hídrico del olivo evaluando los niveles de fósforo y boro, cómo el calcio, el magnesio y el manganeso pueden afectar al desarrollo fisiológico de cara a la próxima cosecha o cómo los niveles de cinc pueden limitar el crecimiento vegetativo del árbol (primario y secundario).
La información que aporta este tipo de análisis es de gran valor para identificar los nutrientes sobre los que actuar y realizar tratamientos de fertilización óptimos y efectivos, especialmente importante cuando se aplica vía fertirriego.
SANIDAD VEGETAL
En cuanto a la salud del cultivo, las heridas producidas durante la recolección son la vía de entrada de patógenos y el origen de la expansión de enfermedades. El tipo de plantación y el grado de mecanización influyen decisivamente en la rapidez de la propagación, las plantaciones en seto y altamente mecanizadas suelen ser las más vulnerables debido a la falta de aeración entre los árboles, y en la mayoría de los casos la imposibilidad de desinfectar la maquinaria empleada provoca que el ritmo de infección se acelere exponencialmente y, en ocasiones, sea totalmente descontrolado. No obstante, esta situación también suele producirse en plantaciones con mayor marco de plantación y menor grado de mecanización, especialmente postcosecha.
Los factores que condicionan la vulnerabilidad a contraer a enfermedades son su ESTADO NUTRICIONAL Y SANITARIO PRECOSECHA. Un olivar sano y bien nutrido durante todo el año refuerza su capacidad de resistencia frente a la acción de patógenos incluso en condiciones adversas como sucede tras la recolección.
Un olivar sano y bien nutrido durante todo el año refuerza su capacidad de resistencia frente a la acción de patógenos incluso en condiciones adversas como sucede tras la recolección.
Las enfermedades áreas, tanto emergentes como reemergentes, con mayor incidencia son la Alternaria, el Repilo plomizo, la Antracnosis, la Lepra y especialmente virulenta es la Tuberculosis del olivo. En todos los casos si no se actúa correctamente, ni a tiempo, se extenderán intensamente por toda la finca.
Con el objetivo de minimizar el desarrollo y el impacto de las afecciones recomendamos la aplicación inmediata de fungicidas, siempre que esté justificado. En cuanto a la selección de los compuestos más efectivos, sugerimos realizar un Estudio Fitopatológico de Precisión que, en primer lugar, permita la identificación genética del patógeno y el diagnóstico de la enfermedad. Y, en segundo lugar, evaluar y testar in vitro la efectividad de diferentes compuestos fitosanitarios sobre la cepa identificada, determinar el “Efecto Fungicida- Fungistático” y valorar la capacidad de resistencia del patógeno con la finalidad de disponer de una terapia fitosanitaria efectiva y personalizada.