La Antracnosis es una de las enfermedades más destructivas del olivar y la que más afecta a la calidad del aceite. En los últimos años hemos detectado un repunte de la afección y la poca efectividad de los compuestos cúpricos; Si bien es cierto que su erradicación total es muy complicada, nos hemos propuesto buscar tratamientos más efectivos y proveer al olivicultor de herramientas para combatirla.
SOBRE LA ANTRACNOSIS
Es una enfermedad aérea emergente causada por varias especies del género Colletotrichum y es considerada como la afección más importante de la aceituna. Afecta tanto a la cantidad como a la calidad de la cosecha, ya que el aceite obtenido del fruto dañado, el aceite colorado, tiene altos grados de acidez y acusados defectos sensoriales dejando de ser apto para su consumo, lo que supone importantes pérdidas económicas, torno a los 75 millones de euros anuales, especialmente en zonas endémicas y en cultivares altamente susceptibles.
En España la Antracnosis ocupa el 5° lugar en importancia entre las plagas y enfermedades del olivo. Conviene recordar que en la campaña 2012/13, condicionada por la elevada pluviometría y las temperaturas suaves, la Antracnosis afectó gravemente a olivares con cultivares susceptibles como la Hojiblanca, Lechín de Sevilla o Picudo, provocando una gran epidemia en las provincias de Córdoba, Málaga y Sevilla. Y es que la propagación de la enfermedad está condicionada por la resistencia del cultivar, que es muy variable. Entre los más susceptibles nos encontramos con la ‘Hojiblanca’, ‘Cornicabra’ y ‘Picudo’. Y de los más resistentes destacamos el ‘Frantoio’ (altamente resistente), ‘Picual’ y ‘Arbosana’. En el caso del picual, aunque la incidencia de la enfermedad es menor, se empieza a extender en las comarcas predominantes de esta variedad. Un factor crítico es el estado de madurez del fruto, ya que cuando la aceituna está sobremadura todos los cultivares resultan susceptibles y apenas existen diferencias entre ellos.
SINTOMATOLOGÍA Y PATOGÉNESIS
Los síntomas más característicos se aprecian en el fruto y las ramas:
- Aceitunas: los frutos afectados presentan manchas deprimidas de color ocre o pardo, dando lugar a su podredumbre parcial o total. Normalmente se manifiestan en las aceitunas maduras, aunque pueden observarse también en los frutos verdes dependiendo de la resistencia del cultivar, la presión del inóculo y las condiciones ambientales.
- Ramas/hojas: el segundo síndrome es el puntisecado o muerte de ramas. Inicialmente, las hojas muestran zonas necróticas que pueden avanzar hasta afectar a su totalidad. En infecciones severas su defoliación es total debido a la toxina que libera el hongo en las aceitunas afectadas y que se moviliza a las ramas, quedando el olivo muy debilitado para varias campañas. El patógeno también causa infecciones de inflorescencias y frutos jóvenes. Estos ataques tienen escasa o nula importancia sobre la cosecha y sólo se han registrado en Sudáfrica, España y Australia.
La principal fuente de inóculo de la Antracnosis son las aceitunas momificadas que quedan en la copa del olivo. La infección se manifiesta habitualmente en otoño y se desarrolla bajo las siguientes circunstancias climáticas:
- Temperatura: 20-25ºC
- Humedad Relativa media superior al 98%. El agua libre sobre los frutos, lluvia o rocío, durante 2 o 3 días favorece la germinación de las conidias y su dispersión.
Durante esta época, el patógeno produce una enorme cantidad de conidios en estas aceitunas (>20 mil conidios/momia) aunque varía con el cultivar y las condiciones ambientales. Los frutos momificados que caen al suelo y no se recolectan se degradan debido a microorganismos secundarios o son enterrados, por lo que participan escasamente en la generación de inóculo si son comparados con las momias aéreas.
La infección primaria ocurre durante la primavera pudiendo afectar a las inflorescencias, aunque en campo tienen leve repercusión. El hongo también puede causar infecciones latentes (asintomáticas) en las aceitunas desde sus primeros estadios fenológicos. Durante el otoño, cuando las aceitunas infectadas cambian de color, el patógeno se reactiva causando la típica podredumbre de aspecto jabonoso. Se desconocen los procesos que desencadenan la salida de latencia del patógeno, aunque las aceitunas disminuyen su resistencia con la madurez debido a la dinámica de compuestos fenólicos del fruto.
Tras las primeras lluvias de otoño se inicia la producción masiva de conidios en las momias. Una vez que el fruto está maduro, la Antracnosis muestra un periodo de incubación de 4–10 días en los cultivares susceptibles por lo que se considera una enfermedad policíclica. Aun así, en condiciones de campo suelen producirse pocos ciclos secundarios ya que cuando la temperatura media baja (≤15°C) las infecciones se mantienen latentes. Finalmente, el patógeno produce una toxina en los frutos momificados que se moviliza causando el segundo síndrome que ya hemos comentado: la desecación y muerte de ramas.
Otros factores que influyen en el desarrollo de la enfermedad son la presencia de microorganismos antagonistas, heridas causadas por la mosca del olivo y los tratamientos fungicidas realizados. Investigadores han observado que existe una relación negativa entre susceptibilidad a la Antracnosis y la concentración de calcio lo que podría explicar las graves epidemias en suelos ácidos, típicos de Portugal y del oeste de Andalucía.
Como hemos comentado, existen diferentes grados de susceptibilidad por tipo de variedad. La selección del cultivar es vital para la sostenibilidad de las nuevas plantaciones que se están extendiendo tanto en España como en todo el mundo. Y así evitar las enormes pérdidas económicas que se están produciendo debido en gran parte a la alta incidencia y virulencia de la Antracnosis, consecuencia de una elección inapropiada de variedades.
En 2012, en Andalucía se realizaron trabajos con ‘Arbequina’, cultivar de media susceptibilidad, y se pudo observar que el desarrollo de la enfermedad progresa más rápido en las plantaciones en seto (1.904 árboles ha−1) que en las de alta densidad (204 a 816 árboles ha−1). Este hecho se debe principalmente a las condiciones microclimáticas en el interior del seto (baja ventilación, elevada humedad relativa y tiempo de humectación) y a la escasa distancia entre fuentes de inóculo (aceitunas momificadas), por lo que se recomienda incrementar los tratamientos cúpricos en este tipo de plantaciones (Moral et al., 2012).
GESTIÓN Y CONTROL DE LA ENFERMEDAD
Existen diferentes medidas de gestión y control de la Antracnosis. Las más habituales son las prácticas culturales y los métodos químicos a base de compuestos cúpricos. También encontramos estrategias basadas en tecnologías de precisión, las que nosotros denominamos medidas preventivas avanzadas con las que es posible conocer a tiempo real las condiciones climáticas de la finca, evaluar el riesgo de sufrir una determinada enfermedad y prevenir las probabilidades de desarrollo. Por último, el control biológico, aunque se hacen importantes avances, su uso todavía es muy limitado. Existen numerosas investigaciones en la búsqueda de alternativas biológicas o bioplaguicidas y confiamos que a medio plazo se conviertan en productos válidos para el control de la Antracnosis.
Medidas o Prácticas culturales
Las más recomendables son:
- Favorecer la ventilación de los olivos y disminuir la humedad sobre ramas y hojas, realizando podas selectivas y elegir marcos de plantación que eviten copas densas.
- Retirar y eliminar la fuente de inóculo como hojas y aceitunas momificadas infectadas del árbol y el suelo.
- Adelantar la recolección es la estrategia de control más efectiva. La susceptibilidad de la aceituna aumenta con su estado de madurez. Cuando visualmente el porcentaje de aceitunas afectadas es del 15-20% aproximadamente, el 60-75% restante aparentemente sanas muestran infecciones latentes. Por lo tanto, interesa iniciar la cosecha cuando se observen los primeros síntomas visuales de infección. Este punto es especialmente crítico en las plantaciones en seto donde el desarrollo de la enfermedad puede ser explosivo.
- Utilizar variedades resistentes al hongo principalmente en zonas muy favorables o endémicas para la enfermedad.
- Controlar la mosca del olivo, y es que las heridas que realiza facilitan la entrada y desarrollo del hongo. Por ello, un control efectivo de la mosca es fundamental para el control de la Antracnosis.
Métodos químicos
La aplicación de fungicidas de origen cúprico y sus derivados sigue siendo la medida de control más utilizada para combatir las enfermedades fúngicas en general y la Antracnosis en particular. Este tipo de compuestos poseen numerosas características que han motivado su amplia utilización como su elevada persistencia, amplio espectro de acción contra hongos y bacterias, su capacidad de interferir con las toxinas del patógeno y aunque inicialmente su precio era bajo, en los últimos años se ha incrementado sustancialmente. A pesar de ser el método más efectivo, recientemente hemos observado en campo que los tratamientos cúpricos no logran los resultados esperados y su acción contra el hongo es escasa o nula, lo que está provocando cierta frustración en el olivicult@r al no eliminar ni controlar la enfermedad, unido al impacto económico tanto por el elevado coste de este tipo de tratamientos como por las pérdidas de producción y calidad del aceite.
Ante esta compleja situación, y en base a nuestra experiencia en el estudio de las enfermedades del olivar, iniciamos un estudio in vitro donde evaluamos el efecto de diferentes fungicidas sobre C. acutatum con el objetivo de determinar su Efecto Fungicida o Fungistático. Para esta investigación utilizamos 10 fungicidas autorizados que habitualmente se emplean para el control del hongo y los enfrentamos a la cepa tipo a diferentes concentraciones (establecidas por el MAPAMA) y tiempos. Según los resultados podemos concluir que:
- Ninguno de los fungicidas ensayados tiene efecto Fungicida, en condiciones in vitro. Es decir, ningún compuesto evitó el desarrollo normal del hongo después de retirar el tratamiento.
- Solo 3 de los compuestos ensayados muestran mayor acción Fungistática, 5 manifiestan actividad moderada y 2 muy escasa.
Por lo tanto, el 30% de los fungicidas ensayados tienen Efecto Fungistático sobre la Antracnosis y ninguno de ellos Efecto Fungicida. El carácter fungistático de la mayoría de los tratamientos usados habitualmente puede explicar el aumento de casos registrados de Antracnosis en los últimos años.
Esta valiosa información nos permite realizar Estudios Fitopatológicos de Precisión nos permite recomendar tratamientos más efectivos y racionales adaptados a cada finca, evitando aplicaciones innecesarias que encarecen los tratamientos y puedan tener impacto ambiental.
Métodos preventivos avanzados
La prevención es, quizás, la mejor medida para evitar del desarrollo de enfermedades. Y en sentido, el olivicultor tiene a su disposición herramientas avanzadas y accesibles que facilitan la toma de decisiones sobre cómo actuar ante el posible riesgo de afección, controlar el avance o comprobar la efectividad de los tratamientos aplicados o medidas de control realizadas. Nos referimos a la monitorización de fincas o implantación de sistemas de monitorización que permiten el seguimiento en continuo de los factores ambientales esenciales. Y es que, normalmente, la patogénesis de una enfermedad viene determinada por dos parámetros, la Temperatura del suelo o atmosférica y la Humedad del suelo y/o atmosférica. En el caso de fincas de riego catalogadas como endémicas, con infección crónica, es donde más sentido tiene instalar un sistema de monitorización que posibilite un control y seguimiento continuo.
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El 30% de los fungicidas ensayados tienen Efecto Fungistático sobre Antracnosis y ninguno de ellos Efecto Fungicida, lo que explicaría el aumento de casos registrados en los últimos años.
Exponemos el caso de una finca donde se dan las condiciones óptimas para la Antracnosis. Más de dos meses temperaturas dentro de la Zona de Riesgo con una humedad relativa muy alta por las lluvias y el rocío de las mañanas. Si a esto añadimos que la variedad predominante es la hojiblanca, con total seguridad esta finca padecerá la enfermedad de manera recurrente, por tanto, podría ser catalogada como zona endémica y sería necesario tomar las precauciones oportunas.
Un aspecto fundamental a la hora de gestionar cualquier enfermedad, y contrarrestar sus efectos, es conocer en profundidad el agente casual, las condiciones de desarrollo y el umbral climático a partir del cual se desencadena. Muy importante, cada patógeno puede variar su ataque y desarrollo, sintomatología, intensidad, en función de múltiples factores como el geográfico, climático, cultivar, sistema de cultivo… y es el productor, técnico o especialista el que apoyándose en diversas herramientas, como el Riego inteligente o la Teledetección, debe calibrar los umbrales reales para las circunstancias particulares de cada finca.
En la lucha contra las enfermedades siempre recomendamos seguir los métodos culturales y preventivos avanzados. Y solo cuando esté justificado aplicar tratamientos fungicidas o fitosanitarios, siempre asegurando la calidad del fruto, garantizando la seguridad del aceite, procurando que esté exento de residuos y sea inocuo para la salud.
FUENTES
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La Antracnosis del olivo y su efecto en la calidad del aceite. J. Moral, C. Xaviér, L.F. Roca, J. Romero, W. Moreda y A. Trapero
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Guía de gestión integrada de plagas en Olivar. Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente.
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RED DE ALERTA E INFORMACIÓN FITOSANITARIA (RAIF). Dirección General de la Producción Agrícola y Ganadera. Consejería de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente
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La Antracnosis del olivo y su efecto en la calidad del aceite. Morala,b,*, C. Xaviérb, L.F. Rocab, J. Romerob, W. Moredac y A. Traperob
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El estudio de variedades de olivo estrecha el cerco contra la antracnosis de la aceituna. Dpto. de Agronomía de la Universidad de Córdoba.
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Variability in Susceptibility to Anthracnose in the World Collection of Olive Cultivars of Cordoba (Spain) Juan Moral, Carlos J. Xaviér, José R. Viruega, Luis F. Roca, Juan Caballero, and Antonio Trapero. Frontiers in PlantScience Nov 2017, Volume 8 doi: 10.3389/fpls.2017.01892