En las próximas décadas el aumento de la población mundial, 8.600 millones para el año 2030 según la ONU, generará una demanda de alimentos sin precedentes. El abastecimiento de alimentos, la contaminación, los efectos del cambio climático, los precios de las materias primas y la seguridad alimentaria constituyen los principales desafíos a los que se enfrenta la industria agrícola. Y a esto se une que todos confiamos en acceder a alimentos sanos y asequibles. Ya existe gran cantidad de consumidores que muestran su preocupación por los residuos de plaguicidas y la desconfianza en las normas de seguridad alimentaria. Se presenta un nuevo escenario que acelera la investigación y desarrollo de nuevos plaguicidas orgánicos.
El mundo se dirige hacia una «Segunda Revolución Verde» donde la Sostenibilidad es la clave. La inversión tecnológica, la innovación en el desarrollo de nuevos productos para proteger los cultivos y la transformación de infraestructuras agrarias tendrán que ser progresivas para satisfacer las necesidades globales de alimentos. Y en este contexto, los bioplaguicidas cobran mayor protagonismo, tanto por su capacidad de generar alimentos de mayor calidad e incrementar la productividad de los cultivos, como por su capacidad de reducir del impacto medioambiental.
El mundo se dirige hacia una «Segunda Revolución Verde» donde la Sostenibilidad es la clave y los Bioplaguicidas uno de sus protagonistas.
SOBRE BIOPLAGUICIDAS
Los bioplaguicidas también conocidos como plaguicidas biológicos son productos que se utilizan en el control de plagas y enfermedades de los cultivos. Están formulados a partir de microorganismos agentes de control biológico (y/o sus extractos) y logran prevenir, repeler, eliminar o reducir el impacto de plagas y enfermedades. Se pueden agrupar en productos fitosanitarios de naturaleza microbiana, generalmente, con acción directa sobre el patógeno o la plaga. Y en productos de acción indirecta, considerados no convencionales, ya que actúan como barrera o estimulan mecanismos de defensa en la planta.
El manejo de resistencias, la reducción de residuos de plaguicidas en alimentos, la salud y seguridad humana y la responsabilidad ambiental han retado a los agricultores y productores a considerar los bioplaguicidas, no sólo, como alternativos a los plaguicidas químicos sino en rotación con éstos.
Las ventajas de los bioplaguicidas retan a agricultores y productores a considerarlos complementarios a los plaguicidas químicos.
Las ventajas más interesantes de los bioplaguicidas:
- Son inherentemente menos nocivos que los pesticidas convencionales o de síntesis química.
- Generalmente afectan sólo a la plaga diana y a los organismos perjudiciales relacionados, en contraste con el amplio espectro de los pesticidas convencionales cuya acción puede afectar negativamente a aves, insectos y mamíferos.
- A menudo son eficaces en cantidades muy pequeñas. Y, con frecuencia, son biodegradables, evitando en gran medida, los problemas de contaminación causados por los plaguicidas químicos.
- Cuando se utilizan en producción integrada, los bioplaguicidas pueden disminuir en gran medida el uso de pesticidas químicos, sin que afecte al rendimiento del cultivo.
No obstante, existen problemas científico-técnicos todavía sin resolver, como son la eficacia baja o moderada de la mayoría de los plaguicidas orgánicos, la bioseguridad en especial de algunos microorganismos o extractos, y en general, la menor vida útil y estabilidad del producto formulado en comparación con los productos de síntesis química.
NORMATIVAS QUE FAVORECEN EL AVANCE DE LOS BIOPLAGUICIDAS
Las medidas regulatorias más restrictivas sobre el uso de plaguicidas han reforzado el papel de los bioplaguicidas en agricultura. En la Unión Europea el contexto legislativo incluye la Directiva 2009/128/CE por la que se pretende conseguir un uso sostenible de los plaguicidas, y el Reglamento (CE) 1107/2009 sobre la comercialización de productos fitosanitarios, que establecen un nuevo marco para los medios de lucha fitosanitaria que deberán ser preferentemente biológicos y físico. Este nuevo contexto regulatorio ha sido introducido en el marco legislativo español R.D. 1311/2012. Actualmente, la UE ha aprobado 61 bioplaguicidas, concretamente 24 cepas de microorganismos y 37 compuestos consistentes en extractos naturales o sustancias químicas de naturaleza “blanda” (15% del total de productos fitosanitarios autorizados).
Previsiblemente esta realidad legislativa potenciará el control integrado de plagas y el avance de los bioplaguicidas, en detrimento del uso de plaguicidas químicos. Y esto tiene un reflejo directo sobre el mercado, mientras que las ventas de pesticidas de síntesis química, a nivel mundial, aumentan anualmente un 2%, el mercado de biopesticidas lo hace a un 10%.
La excesiva dependencia y abuso de plaguicidas en los tratamientos agrícolas supone uno de los grandes retos a afrontar. Pero, ¿Cómo reducir la dependencia de los pesticidas? Desde nuestra experiencia, usando técnicas preventivas y alternativas que reduzcan el impacto de plagas y enfermedades es un enfoque diferente al clásico que trata el problema cuando éste llega. Se busca tener un conjunto de herramientas de control en donde el químico no sea el único tratamiento, ni el principal. Y se espera que nuevos pesticidas de origen biológico acaben siendo los principales encargados de la actividad fungicida, bactericida, insecticida, nematicida, herbicida… y la alternativa a la dependencia de los pesticidas.
La realidad legislativa potenciará el avance de los bioplaguicidas. Y esto se refleja en el mercado a nivel mundial, mientras que las ventas de pesticidas aumentan anualmente un 2%, las de biopesticidas lo hacen a un 10%.
BIOPLAGUICIDAS, EL DESAFIO PARA LA OLIVICULTURA
Al igual que todos los cultivos, el olivar se enfrenta a los desafíos globales de la agricultura. Y como todo cultivo, es susceptible de padecer plagas y enfermedades que pueden provocar la total improductividad del cultivo y la pérdida de calidad del aceite de oliva. Y en consecuencia, la pérdida de millones de euros en un sector estratégico a nivel nacional e incluso europeo.
Casos como los acontecidos con la bacteria Xylella fastidiosa, que ha arrasado miles de olivares en Italia, son una seria amenaza para todos los países de la Unión Europea. Amenaza de carácter global que debemos vigilar y controlar. Y aunque el olivar cuenta con pocos métodos de control biológico y tecnológico, comparado con otros cultivos perennes, resulta imprescindible combatirla con tratamientos fitosanitarios que aseguren la calidad del fruto y garanticen la seguridad del producto final, procurando que esté extenso de residuos y sea inocuo para la salud.
Conscientes de los nuevos retos a los que se enfrenta la olivicultura en materia de Sanidad Vegetal, en 2015 iniciamos una línea de investigación exclusiva orientada en la búsqueda de soluciones y alternativas más sostenibles para la lucha contra las enfermedades más devastadoras del olivar. Y este fue el origen de Colección TERRA, el primer banco de microorganismos del olivar, punto de partida para ampliar la gama de tratamientos para el control biológico de enfermedades y desarrollar bioplaguicidas en etapa in vitro.
A partir de esta colección, tratamos de reemplazar algunos de los plaguicidas de síntesis química por otros de base biológica. El estudio de cientos de microorganismos, la identificación y selección de los de mayor actividad inhibidora frente a patógenos objetivos, como es el caso del género Thidoderma, con el que estamos logrando resultados muy prometedores, nos permitirá ampliar la gama de tratamientos para el control biológico de enfermedades.