Desafíos que afectarán a la evolución de la agricultura y que están influyendo en la olivicultura actual.


La sostenibilidad, eficiencia y productividad son los pilares sobre los que se asientan las tendencias agrícolas que determinarán el futuro de la agricultura. Para hacer frente a los retos que se presentan a nivel global, el sector de la agricultura de los próximos años estará influenciado por factores como el cambio climático, la tecnología o las nuevas y crecientes demandas del mercado. El olivar español está afrontando estos desafíos, con mayor o menor celeridad, adaptando sus estrategias con el objetivo de anticiparse a estos cambios y asegurar la supervivencia del cultivo.

1. Aumento de la población mundial y de la demanda de alimentos

Tanto el incremento de la población mundial como el consumo de alimentos tendrán un impacto directo e inmediato sobre el sector agrícola de todo el mundo. Las Naciones Unidas estima que en 2030 habrá en torno a 8.550 millones de personas en el planeta y, en 2050, 10.000 millones. Para cubrir esta demanda de alimentos, según la FAO en 2050 se necesitará aumentar la producción de alimentos en un 70%. Incremento que va a suponer un gran reto para el sector agrícola.

Teniendo en cuenta que la superficie de cultivo es limitada, el aumento de la oferta de alimentos va a tener que cubrirse mayoritariamente a través del crecimiento de la productividad y no del aumento de la superficie de cultivo. La FAO prevé que el 20% del aumento de la producción en el futuro provendrá de un incremento de la tierra de cultivo y el restante 80% se tendrá que conseguir a través de mejoras de la productividad.

A pesar de la oportunidad que representa el crecimiento de la población y la demanda de alimentos para la agricultura española conviene señalar que los a mercados a los que se dirige la producción agrícola española no se encuentran las regiones que van a experimentar mayor crecimiento de su población. Por tanto, aunque la oportunidad existe, ésta pasa necesariamente por la entrada en los mercados con mayor potencial.

2. La restrictiva normativa europea

La Unión Europea tiene uno de los marcos regulatorios y de control más restrictivos y exigentes del mundo que garantiza una elevada seguridad alimentaria. Aunque se desconoce que esta normativa solamente se aplica a la producción agrícola que se realiza dentro de la Unión, pero no necesariamente a los productos extracomunitarios importados para los que se aplica el marco regulatorio del comercio internacional, resultado de la armonización el conjunto de medidas sanitarias y fitosanitarias entre países. Como consecuencia de la ausencia de armonización de los Límites Máximos de Residuos (LMR), se establecieron las tolerancias a la importación (LMR aplicables a los productos importados), de forma que los países de la UE están sujetos a las normas internacionales y no pueden bloquear la importación a no ser que el alto contenido de residuos de productos de sanidad vegetal de los alimentos suponga un riesgo para los consumidores. En definitiva, los agricultores europeos se enfrentan a elevadas restricciones a la hora de producir, mientras que productos importados, en ocasiones, no siempre cumplen con los mismos estándares o se han producido disponiendo de mayor número de herramientas de sanidad vegetal.

 

Los agricultores europeos se enfrentan a elevadas restricciones a la hora de producir, mientras que productos importados no siempre cumplen con los mismos estándares o se han producido disponiendo de mayor número de herramientas de sanidad vegetal.

 

Las limitaciones normativas europeas restringen en gran medida las soluciones de las que disponen los agricultores para tratar enfermedades y plagas lo que tiene un fuerte impacto sobre la productividad y rentabilidad del sector.  Esta práctica es particularmente perjudicial para España, ya que las condiciones climáticas y las potenciales enfermedades y plagas que afectan a sus cultivos son muy variadas y difícilmente tratables con las limitaciones establecidas por la normativa, y que a largo plazo desencadena la aparición de resistencias que comprometen el cultivo, así como la diversidad agrícola y medioambiental de la zona.

Como consecuencia de lo todo lo anterior, se producen dos efectos:

  • Reducción de los rendimientos de los cultivo por la falta de herramientas para combatir plagas y enfermedades. Dependiendo el cultivo, la carencia de productos y soluciones adecuadas podría llegar a reducir el rendimiento de determinados alimentos europeos entre un 10% y un 37% en los próximos años.
  • Pérdida de la ventaja competitiva con respecto a países de fuera de la Unión Europea. El agricultor europeo tiene que hacer frente a unos elevados costes de producción relacionados tanto con los medios de producción como con aspectos como la seguridad alimentaria o el cumplimiento legislativa que restan competitividad al sector. Lo que podría suponer la pérdida de producción o incluso la desaparición de ciertos cultivos en favor de la producción en países con estándares de seguridad alimentaria, medioambientales y sociales inferiores a los exigidos por la Unión Europea.

3. Brecha entre el campo y la ciudad

España ha protagonizado en las últimas décadas una de las transformaciones más relevantes en el ámbito de la despoblación de las zonas rurales. En la década de los sesenta el 56% de la población residía en zonas urbanas y en menos de 60 años, ese porcentaje se ha incrementado hasta el 80%. Este fenómeno ha despoblado buena parte del país y la tendencia que parece que se mantendrá en el futuro. Al problema de la despoblación rural hay que añadir el envejecimiento de la que queda. Las personas que abandonan el medio rural son mayoritariamente jóvenes, lo que genera un descenso de la natalidad y el envejecimiento paulatino de su población.

La urbanización ha traído consigo un proceso de desconexión de las personas respecto al medio rural, que se refleja claramente en el desconocimiento que tienen sobre los alimentos y su proceso de producción, además de una escasa valoración de la profesión agrícola. A su vez este fenómeno provoca cambios sociales y nuevos hábitos y preferencias de consumo. Los consumidores cada vez más demandan una oferta de alimentos variada durante todo el año, alimentos saludables y nutritivos, con buena apariencia, de origen local, seguros, con buen precio, y respetuosos con el medioambiente, además de más transparencia. Demanda que, en algunos casos basada en la desinformación, acaba generando presión sobre las instituciones públicas y las empresas del sector.

4. La revolución tecnológica y biológica

La agricultura es uno de los principales sectores de aplicación de muchos de los avances tecnológicos que están transformando la forma de hacer las cosas, y está provocando una profunda evolución de la actividad agrícola. La transformación, que empezó con la mecanización de las labores agrícolas y la introducción de fertilizantes y fitosanitarios, se acelerará gracias a la introducción de tecnologías e innovaciones como los sensores o las nuevas técnicas de edición genética adaptadas a las particularidades de cada cultivo y región.

La implementación de las tecnologías de la información y la digitalización permiten gestionar las explotaciones de forma automatizada, flexible y conectada que unidas al acceso a distintas bases de datos sobre climatología, evolución de plagas o enfermedades e, incluso, sobre la previsión de la demanda y de los precios permitirá actuar de forma más precisa, efectiva y eficiente y tomar decisiones de forma que se optimice la producción y los costes.

Si bien las innovaciones mencionadas suponen mejoras muy relevantes por sí solas, su mayor potencial reside en su integración y utilización combinada que podrán materializarse en nuevas técnicas de cultivo y explotación. Por eso, cada vez está ganando más peso la agricultura de precisión, que busca optimizar el uso de recursos precisamente a través de la utilización y combinación de las principales tecnologías e innovaciones existentes como el GPS, los drones, los sensores o las cámaras HD, entre otros. Gracias a estas tecnologías se puede supervisar y recopilar información muy relevante sobre todo el ciclo de vida de los cultivos como la detección temprana de enfermedades para tomar las acciones que permitan salvaguardar las cosechas y los cultivos.

En los próximos años vamos a vivir el auge de una nueva revolución, en este caso biológica y relacionada con la genética. Esta revolución se inició con las técnicas de modificación genética (OMG) y está tomando un impulso adicional a través de las nuevas técnicas de edición genética. A diferencia de las primeras, que combinan genes de diferentes especies, las nuevas técnicas de edición genética se limitan a alterar los genes de la propia planta, de forma que se alcanzan modificaciones a las que podría llegar la propia naturaleza, pero con plazos más cortos. Los avances en biología también permitirán mejorar la aplicación de fertilizantes y de productos de sanidad vegetal, mejorando las dosis y haciéndolas más precisas a cada planta.

En olivar están en marchan interesantes proyectos, liderados por la universidad de Córdoba, en materia de edición genética que combinan avances agronómicos con innovaciones tecnológicas. Con un enfoque innovador y multidisciplinar se crean iniciativas que aplican innovaciones como la secuenciación genética, la mejora nutricional del aceite de oliva y el desarrollo de sistemas de detección precoz y predicción de riesgos para enfermedades del olivo. Se espera que estos proyectos conduzcan a la selección de variedades más resistentes al cambio climático y a las enfermedades, mejorando así la sostenibilidad y productividad del cultivo de olivo.

 

Las tecnologías actuales y otras nuevas que surgirán o se perfeccionarán, permitirán al agricultor tomar mejores decisiones.

5. El agricultor del futuro

Las nuevas tecnologías van a ser cada vez más asequibles económicamente y más sencillas de utilizar. Sin embargo, para que se implementen de manera generalizada en el campo, el sector deberá incorporar a personas cada vez más cualificadas, con capacidades técnicas avanzadas, que sean capaces de implantar y gestionar sistemas productivos innovadores, que impulsen la transformación ligada a los avances tecnológicos. Para ello, el agricultor del futuro tendrá que ser un profesional multidisciplinar, que sepa manejar maquinaria, con conocimientos de informática, robótica, meteorología, química o biología.

La incorporación de estos perfiles cualificados es uno de los grandes retos en la agricultura española, principalmente por el envejecimiento de los profesionales agrícolas y la falta de relevo generacional, solo el 4% de los titulares de explotaciones tienen menos de 35 años, el 14% se encuentra entre los 35 y los 44 años, el 51% entre los 45 y los 64 años y el 31% restante supera los 65 años.

Desde el punto de vista formativo, la población ocupada del sector agrícola tiende a caracterizarse por tener un escaso grado de profesionalización. En particular, si se analiza el número de explotaciones en las que los propietarios han recibido una formación agrícola superior específica, España se encuentra por debajo de los principales países agrícolas europeos. No obstante, la tendencia, si bien viene ralentizada por la envejecida población ocupada del sector, ha experimentado un aumento considerable. En concreto, el número de explotaciones dirigidas por agricultores con formación universitaria se ha incrementado en un 16% desde el año 2005, por encima de lo sucedido en la mayoría de países europeos. En este sentido, cabe destacar que los jóvenes agricultores españoles tienden a tener un nivel formativo mayor al de sus homólogos mayores.

6. Cambio climático y escasez de recursos

El efecto sobre la agricultura es una realidad. De forma directa, el incremento de la temperatura afecta a la maduración y a los rendimientos de los cultivos, además de degradar los suelos y aumentar la probabilidad y la severidad de fenómenos meteorológicos extremos, que causan graves daños a las cosechas. España, por su condición peninsular y su ubicación en la cuenca mediterránea, es uno de los países con un mayor grado de vulnerabilidad al cambio climático.

El proceso de desertificación limitará la disponibilidad de suelo agrícola lo que obligará al agricultor a intensificar su producción, conservar las propiedades del suelo y obtener altas rentabilidades. Este fenómeno podrá suponer un desafío especialmente relevante para la agricultura ecológica, con una producción de alimentos estimada a nivel global de entre un 19%-20% inferior a la agricultura tradicional para una misma superficie de cultivo.

Otro de los recursos naturales más afectados es el agua. La reducción de las precipitaciones y su concentración en episodios torrenciales y destructivos incrementará los actuales problemas de disponibilidad de agua que tiene España, país europeo con mayor tendencia al estrés hídrico.

Aunque menos conocidos los efectos sobre la sanidad vegetal de los cultivos son muy relevantes. En particular, los episodios relacionados con el cambio climático favorecen el incremento de las malas hierbas, de enfermedades, de plagas, etc. y esto unido a la falta de herramientas para combatirlas está provocando graves problemas de resistencias a productos de sanidad vegetal y en consecuencia la reducción de los rendimientos de las cosechas, según la Comisión Europea, si no se toman medidas, se podrían reducir hasta un 30% de aquí a final de siglo.


¿Quieres preparar tu olivar para el futuro, hablamos?


 

REFERENCIAS

Artículos relacionados
Olivicultura de Precisión. La nueva era del olivar

La OP permite a los productores gestionar mejor y rentabilizar sus explotaciones.

El Olivar que habla, ya es una realidad!

Una herramienta de gran utilidad para la monitorización del cultivo.

Diagnóstico Nutricional Avanzado

La mejor herramienta para conocer el estado nutricional del olivo todo el año.

Estrategias de Fertirriego del Olivar

Los principales métodos de fertirriego del olivar.

¿Podemos ayudarle? Escríbenos