En el artículo Estrategias de Fertirriego del Olivar hacemos un repaso de las principales ventajas del fertirriego y los métodos más extendidos para su gestión. Y en este, abordamos el «Fertirriego de Precisión» la estrategia más eficaz, productiva y rentable.
La diferencia de esta estrategia con respecto al método tradicional y a la estrategia ‘extracción ‘cosecha-suelo’ es el rigor científico, al integrar los resultados de los análisis de precisión ‘agroquímicos’ y su interpretación. Y la estimación de producción de la próxima campaña. Con estos datos es posible diseñar un plan de fertirriego adaptado a las necesidades reales de la finca, maximizando la cosecha y minimizando costes.
A la hora de planificar una estrategia de fertirriego de precisión es imprescindible responder a 3 cuestiones clave:
1. ¿Qué tipo de nutrientes necesita mi olivar?
Previamente deben realizarse análisis de agua de riego, fertilidad del suelo y foliar o nutricional. Y en base a los resultados, poder determinar los nutrientes que demanda la planta para incorporarlos en el fertirriego. Cada tipo de análisis aporta información de gran valor para tomar decisiones sobre el tipo de nutrientes a aportar:
- El análisis de agua de riego permite identificar su calidad agronómica e idoneidad para el cultivo, así como el efecto sobre el suelo y la planta.
Si bien la transformación de las fincas a regadío incrementa de manera espectacular las producciones a corto plazo, si no se tienen en cuenta ni la calidad del agua de riego, ni la evolución físico-química del bulbo húmedo; la contaminación y la pérdida de fertilidad del suelo pueden afectar negativamente la productividad a medio y largo plazo. Por ello, es fundamental valorar la calidad de agua y su impacto en el olivar. Si el agua no es apta para el riego es posible corregirla a través del fertirriego. Habitualmente nos encontramos con aguas con elevada concentración de bicarbonatos y cloruros, en estos casos recomendamos aplicar ácido para neutralizar dichos elementos y evitar las obturaciones de las instalaciones de riego. Además no usar fertilizantes con cloruros (cloruro potásico, cloruro magnesio…) ya que si el agua los aporta, éstos tenderán a acumularse en el bulbo húmedo originando problemas de asimilación de los nitratos e incluso podría derivar en fitotoxicidad.
- El análisis de fertilidad del suelo determina la fertilidad del terreno, los nutrientes que inciden en el crecimiento de la planta y los posibles antagonismos entre elementos.
En el caso de un suelo con pH superior a 8 y la caliza total esté por encima del 25%, el escenario más probable es que elementos como el manganeso, zinc y hierro estén bloqueados y esto esté afectando significativamente al desarrollo vegetativo y productivo de la finca. Por tanto, sería necesario aplicar quelatos de hierro, zinc y manganeso del tipo EDDHA que son muy estables a valores por encima de pH 10. También habría que tener en cuenta la interacción entre elementos; si la relación entre el calcio y magnesio en el suelo es superior a 5, indicaría un probable antagonismo en la asimilación del magnesio.
- El análisis foliar o Diagnóstico Nutricional Avanzado indica el estado nutricional del olivo, desequilibrios nutricionales y qué nutrientes actúan como factores limitantes en el desarrollo vegetativo.
Este modelo de interpretación de los resultados foliares permite clasificar los nutrientes por orden de deficiencia y, de este modo, saber qué nutriente o grupo de nutrientes afectan negativamente a la producción. Y por tanto, son los que habrá que reponer mediante aplicaciones foliares y fertirriego.
Una vez conocidos los nutrientes sobre los que se debe actuar, es posible determinar el tipo de fertilizante más adecuado.
2. ¿Qué cantidad de cada nutriente debo aportar?
Tenemos que tener en cuenta dos factores:
1. Objetivo de producción: estimación de la cosecha que esperamos.
2. Equilibrio nutricional: en función de los resultados analíticos y el objetivo de producción, es posible determinar qué nutrientes incrementar o reducir para lograr el equilibrio necesario.
3. ¿Cuándo y Cómo aportar los nutrientes?
Tan importante como el tipo y cantidad de fertilizante, es el momento de aplicación. Resulta crucial conocer la fisiología del olivo para saber en qué momento se producen las mayores demandas y necesidades de cada elemento y en qué momento el olivo acumula los nutrientes, principalmente en hoja. Tradicionalmente los fertilizantes se aplican cuando las necesidades del olivo son máximas, sin embargo, hemos comprobado que éste no es el momento más adecuado. Si tomamos el potasio como ejemplo, las mayores concentraciones suelen aportarse tras el cuajado del fruto, pero en la mayoría de los casos hemos constatado, mediante la analítica foliar, que cuando se aplica en esas fechas no sólo no se recuperan los niveles adecuados de potasio, sino que su concentración en hoja disminuye. Por tanto, lo más probable es que la planta entre en vecería el año siguiente.
Nuestra recomendación es aportar un alto porcentaje de cada uno de los nutrientes cuando la planta no lo esté demandando, es decir, en el periodo de máxima acumulación para aumentar sus reservas en hoja. Bajo este criterio y siguiendo con el ejemplo del potasio, lo ideal sería aplicar al menos el 50% del total del potasio en los meses anteriores al endurecimiento del hueso; de esta forma, los niveles de potasio desgastados de la cosecha anterior se podrán reponer a lo largo de la primavera, que es cuando el olivo no lo demanda de una forma intensa y queda acumulada en la hoja asegurando un equilibrio nutricional constante para siguiente cosecha.
Recomendamos aportar un alto porcentaje de cada nutriente cuando la planta no lo demande, es decir, en el periodo de máxima acumulación para aumentar sus reservas en hoja
En cuanto a la forma de aplicación, en el caso de que sea posible, recomendamos máximo fraccionamiento. Es decir, aplicar fertilizantes en cada ciclo de riego, con el fin de conseguir que los nutrientes estén siempre disponibles para el olivo (en el bulbo húmedo) y evitar problemas de contaminación por lixiviación y el bloqueo y antagonismo entre nutrientes.
Y asociado al fertirriego está el riego. De los tipos de gestión del riego existentes, el más recomendable, preciso y eficaz es el que el Riego Inteligente basado en la monitorización ‘Suelo-Planta-Clima’, puesto que permite adaptar el riego a las necesidades hídricas reales del olivo en cada momento y según su estado fenológico. Por tanto, para establecer una estrategia de fertirriego de precisión es fundamental contar un sistema de gestión del riego también de precisión.