Finalizada la cosecha es el momento ideal para saber en qué estado se encuentra el olivo y proporcionarle los cuidados y tratamientos necesarios de cara a recuperar su equilibrio nutricional, protegerlo de enfermedades y aumentar la producción de la cosecha siguiente.
Tras la cosecha el olivo sufre un importante desgaste nutricional y, en ocasiones, un alto riesgo de sufrir determinadas afecciones. Las enfermedades con mayor incidencia postcosecha son el repilo plomizo, la antracnosis, la lepra y especialmente la tuberculosis, esta última provocada por las heridas causadas por el uso maquinaria, vibradores o las varas que multiplican el índice de infección si no se han tenido en cuenta las mínimas medidas de seguridad. Y que en todos los casos si no se actúa correctamente ni a tiempo se extenderán intensamente por toda la finca.
Por tanto es necesario conocer el estado nutricional y sanitario del cultivo con el objetivo de plantear los tratamientos nutricionales y sanitarios más apropiados, en tiempo (momento idóneo de aplicación) y forma (dosis ajustadas a las necesidades reales diagnosticadas). Y para saberlo las mejores herramientas son el análisis foliar y el análisis de identificación de fitopatógenos; el primero detecta desequilibrios nutricionales y el segundo diagnosticar la enfermedad. Y de este modo diseñar medidas correctoras adaptadas a las demandas del olivo.
Es vital realizar un buen tratamiento reparador y endurecedor del árbol para contrarrestar el desgaste nutricional y combatir enfermedades para asegurar la producción futura.
Tradicionalmente el análisis foliar ser realiza una vez al año, durante el mes de Julio, coincidiendo con la parada estival del olivo obteniendo una valoración nutricional puntual. Sin embargo, resulta insuficiente para conocer su estado nutricional en continuo, o en otra fase del ciclo vegetativo como en postcosecha, periodo en el que la planta necesita mayor aporte de nutrientes para recuperar el desgaste. Lógicamente a la hora de interpretar los resultados en esta etapa no se usan los mismos valores que en verano, puesto que el olivo se encuentra en otra fase fenológica y fisiológica, sin carga de frutos y las condiciones climáticas son totalmente distintas.
Con los resultados es posible determinar:
- El estrés hídrico que está soportando el olivo valorando los niveles de fósforo y boro.
- La intensidad del desgaste de la cosecha mediante los valores potasio en hoja.
- El efecto en desarrollo fisiológico para la próxima cosecha mediante los valores calcio, magnesio y manganeso.
- Cómo puede limitar el crecimiento primario y secundario del árbol a través de nivel de zinc.
Con la información que proporciona es posible asegurar el equilibrio nutricional del olivo a lo largo de todo el año, realizar una fertilización adecuada anticipándonos a deficiencias que pueden repercutir negativamente en la producción y procurar mayores rendimientos. Además es especialmente importante cuando se aplica fertirriego.
La mejor herramienta para detectar desequilibrios nutricionales postcosecha es el Análisis Foliar. Con la información que proporciona es posible realizar una fertilización adecuada adaptadas a las demandas del olivo.
A nivel de salud del cultivo, los análisis fitopatológicos además de identificar genéticamente el agente causal y diagnosticar la enfermedad, nos permiten estudiar y testar la eficacia de diferentes compuestos y posibles resistencias con la finalidad de proponer el tratamiento fitosanitario más eficaz. Este tipo de estudio los hemos realizado con las enfermedades más extendidas en olivar como son la Alternaria Alternata, el Repilo Plomizo, la Antracnosis, Lepra y Tuberculosis del olivo o incluso con nuevas enfermedades causantes de chancros en olivar.